La capital de Alemania es uno de esos lugares que, se conozca en la época del año que se conozca, siempre se puede estar seguro de que se va a ser testigo de algo excepcional… y no podría ser de otro modo, puesto que es la urbe alemana una capital jovial y marchosa a más no poder, con más de la mitad de sus habitantes sin haber cumplido, aún los 35 años.

Visitar alguna exposición de arte, tumbarse en alguno de los muchos parques berlineses, quedar con la pandilla entorno a unas cervezas…Berlín ya no es esa ciudad medio en ruinas, oscura, gris y repleta de ocupas y punks que, tras la inmediata caída del muro, la caracterizó de cara al mundo. No hace falta más que asomarse a la Potsdamer Platz, corazón de la ciudad, para comprobarlo. Las alargadas y estilizadas formas de los rascacielos, con sus ascensores encapsulados en tubos de vidrio subiendo –y bajando- a toda velocidad son suficiente prueba de esos avances.

Caminando la ciudad

La ciudad nació y creció entorno al distrito de Mitte, verdadero corazón histórico y monumental de la ciudad. Atrapado, durante el régimen comunista, al otro lado del muro, la caída del cinturón de acero devolvió la luz a sus calles. La puerta de Brandenburgo; el edificio del Reichstag (entrada gratuita, paciencia con las colas para entrar); la inmensidad del parque Tiergarten (la mancha verde más extensa de toda la ciudad); la Pariser Platz, siempre llena de turistas y de velotaxis (unas curiosas bicicletas-taxi para dos pasajeros)… el paseo –los paseos- darán para mucho, por ejemplo, para estremecerse en el monumento al Holocausto, un conjunto de 2.700 pilares de cemento levantado en memoria de los judíos asesinados en la Segunda Guerra Mundial.

Con algo de mal rollo en el cuerpo –inevitable, a mínima sensibilidad que se tenga- el paseo puede proseguir por avenida Ebert, donde no faltarán oportunidades para disfrutar del aperitivo. Es el camino, la ya mencionada Potsdamer Platz, con sus muchas restaurantes, cines, museos, club nocturnos.

Otro delicioso paseo podría ser el que arranca desde la Puerta de Brandenburgo y continúa por el paseo de los Tilos. Kilómetro y medio de paseo que desemboca en la catedral berlinesa y en la Isla de los Museos, donde, entre otros edificios, se alza la Alte Bibliothek (antigua Biblioteca Real), el Museo Pergamon, el Museo Altes, la Universidad Humboldt… además de muchos cafés y tiendas de recuerdos. Mejor reservar un día completo para esta zona de Berlín.

Una panorámica aérea

Nueve veces París, para abarcar el todo Berlín lo mejor es buscarse un buena atalaya… y no hay otra mejor que la torre de telecomunicaciones Fernsehturm, en Alexanderplatz. Además, si es la hora del almuerzo o de la cena, allá arriba funciona un restaurante giratorio, de nombre Telecafé…¿por qué no darse un capricho?. Desde allí arriba, por ejemplo, se descubrirá la trama urbana de Scheunenviertel, la judería histórica de la ciudad. Calles marcadas por el doloroso pasado del nazismo, hoy es uno de los barrios más animados de Berlín, con las galerías, restaurantes y club nocturnos que, singularmente, pueblan la calle Oranienburger. En el número 28 hay un centro de interpretación, para quien quiera descubrir cómo fue la vida del barrio antes y durante el nazismo (www.cjudaicum.de). Hay que acercarse con curiosidad histórica. Mejor no cometer el error de hacerlo con morbo.

Justo detrás se encuentra el Heckmannhöfe, uno de los más bonitos patios interiores que caracterizan esta zona. Los edificios de ladrillo de unos antiguos establos y una fábrica, alrededor de un jardín, acogen pequeñas boutiques curiosas, como Hut up, con originales prendas y complementos hechos con fieltro, o Sterling Gold. Aquí también se encuentra una bombonería que hace caramelos tradicionales berlineses e incluso se puede ver cómo los fabrican (de miércoles a sábado, de 12 a 20 h).

La cervecería más antigua de Berlín

El barrio de Prenzlauer Berg, al noroeste de Mitte, en el entorno de la iglesia neogótica Gethsemane, ofrece otro de los polos de animación de la ciudad. Si se puede elegir, mejor venir en domingo, cuando se instala el mercado de la plaza Arkona. Si se quieren encontrar objetos de la extinta República Democrática Alemana este es el lugar… lo mismo que para regalarse con una buena cerveza lo suyo es dirigirse a Kastanienalle, donde está la cervecería más antigua de todo Berlín. Otra opción son los aledaños de la calle Simon-Dach, donde se concentra un ramillete de bares originales… como el Astro Bar (las caipirinhas aquí son de premio). Además, aquí se puede encontrar referencia Janna L. Capees, una guía que habla español y que conoce Berlín cómo la palma de la mano –incluidos los lugares más alternativos, aquellos que no suelen aparecer en las guías-. Ah, y también organizan visitas guiadas, en este caso por los túneles y refugios de la Segunda Guerra Mundial. De esto último se encarga la asociación Berliner Unterwelten (http://berliner-unterwelten.de). Otra cara de Berlín.